"EL RIESGO DE ABRAZAR LA DESESPERANZA"

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HABACUC 1:1-4

¿Quién no ha perdido alguna vez la esperanza?
Por desgracia estamos viviendo una época en la que es fácil perder la esperanza.
La crisis económica , la crisis de valores, LA PANDEMIA, EL CIERRE DEL TEMPLO, EL SEMAFORO ROJO nos está golpeando sin misericordia alguna.
por tal RAZÒN ES NORMAL QUE sintamos como cristianos que la desesperanza se adueña de nosotros.
LA enfermedad nos ataca y le pedimos a Dios salud y su aparente silencio muchas veces nos sumerge en la desesperanza.
Pero a pesar de todo ello cuando entendemos quien es Dios y que nos dice la palabra respecto a la desesperanza y creemos en ella, poco a poco se irá de nuestra vida.
Desesperanza significa literalmente “estar sin salida; estar completamente perdido y sin recursos” Se refiere a estar en un estado mental tal en el que uno cree que no hay esperanza alguna para su situación sea esta la que sea.
LA DESESPERANZA deshonra a Dios. Degrada a Dios, ya que al tenerla se insinúa o intuye no solo que Dios no nos puede ayudar, sino que incumple sus promesas
Los que están desesperanzados en última instancia significa que han perdido la fe, la cual es como sabemos esencial para la vida cristiana.
Los que han caído en desesperanza ponen su mirada en los recursos del mundo, en lugar de confiar en la capacidad de Dios. Los que han perdidos la esperanza como dice Hebreos 12:3 se “cansan” hasta “desmayar”.
El mismo Pablo tuvo problemas con la desesperanza y venció. Pablo les confeso a los corintios que casi “perdió la esperanza de conservar la vida”, pero venció esta sensación por medio de confiar en Dios:
“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.  Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;  el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librara, de tan gran muerte.” (2ª Corintios 1. 8-10).
El profeta Habacuc también confesó ser sensible a la desesperanza: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?  ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.” (Habacuc 1. 2-4).
Al igual que este desconcertado profeta y el APOSTOL PABLO nosotros también forcejeamos con problemas. Oramos a Dios insistentemente pidiéndole ayuda pero solo obtenemos silencio sin entender que a veces también el silencio es una respuesta de Dios y caemos en la desesperanza.
Y ESO DESTRUYE MUCHAS COSAS EN NUESTRA VIDA POR EJEMPLO

1º) En primer lugar la desesperanza DESTRUYE LA FE EN DIOS V.2

V.1 Habacuc se dirigió a Dios como “Jehová”, Señor, literalmente le dijo que Él era “el Dios de Pactos con Israel” y por tanto se esperaba de Él que sustentará y protegiera a aquellos con quien Él había firmado los pactos. Habacuc estaba insinuando que Dios estaba descuidando a Su pueblo, ya que no estaba cumpliendo los pactos que habían establecido, es decir que el cuidado prometido estaba faltando.
Nuestra fe puede que sea lo primero que muere cuando la desesperanza nos ataca. Cuando nos vemos rodeados de problemas, tendemos a olvidar las promesas y el poder de Dios y nos parecemos al salmista diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo” (Salmo 22. 1-2).
SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS
Vemos la inmoralidad que nos rodea de los políticos y de la sociedad en general, la violencia, las catástrofes naturales, el sufrimiento de los pobres, la ruptura de las familias, y nos preguntamos ¿Dónde esta Dios? ¿Cómo puede permitir Él que sucedan estas cosas tan horribles? Todas estas preguntas pueden hacer tambalear nuestra fe
EN LOS PROBLEMAS DEBEMOS FORTALACER NUESTRA FE

2º) La desesperanza ESTIMULA LOS CONFLICTOS, LOS PLEITOS Y LA AMARGURA V.3b

Cuando los que están  atrapados en la desesperanza, confían en su propia sabiduría, para resolver sus problemas, la situación sencillamente empeora.
El profeta no veía salida, sólo veía más conflictos: “destrucción, violencia, pleito y contienda”.

3º) La desesperanza CULPA A DIOS (1.2; 1.3b).

Los que pasan por alto la Palabra de Dios, se distinguen por estar siempre preparados para culpar a otros por sus problemas.
la desesperanza a menudo distorsiona nuestro entendimiento de cómo actúa Dios: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás?”. A menudo culpamos a Dios por lo que Él no ha hecho.
Con frecuencia olvidamos que todo lo que hace Dios es bueno:
Habacuc no podía ver esto porque la desesperanza le había distorsionado el ojo de la fe. Tengamos cuidado de no caer en esta misma trampa.

4º) La desesperanza SIEMPRE VE LO NEGATIVO, NUCA LO POSITIVO (1.4).

HABACUC Estaba tan cegado por la desesperanza que era incapaz de ver lo positivo en lo que Dios estaba haciendo. Sus palabras describen una situación terrible: “Por lo cual la ley es debilitada,
En primer lugar afirmaba que la Palabra de Dios era vista con desprecio, esto es “debilitada”, estaba muerta, sin fuerzas paralizada.
Para Habacuc la Palabra de Dios había llegado a ser ineficaz.
Este negativismo de Habacuc se ve a menudo en cristianos atrapados por la desesperanza. Son incapaces de ver bien alguno y tampoco ven perspectiva alguna de que su situación puede llegar a cambiar.
El Salmo 42.3 es un ejemplo de cómo la desesperanza puede llegar a impregnar de negativismo nuestra vida: “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?”.

5º) La desesperanza quiere LA SOLUCIÓN AHORA MISMO (1.2).

Esta claro que Habacuc había estado orando acerca de los males que le rodeaban durante mucho tiempo. De hecho había empezado a perder la esperanza de que se le diera respuesta alguna. Debido a que creía que Dios no estaba escuchando y que no respondería, el tono de Habacuc llego a ser exigente. Quería que Dios respondiera “ahora mismo”: “¿y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?”. Esto revela otro sutil comportamiento de la desesperanza. Hace que nos volvamos impacientes.
CONCLUSION
La desesperanza es un cruel peso que a menudo captura y destruye a los seguidores de Dios.
Los cristianos debemos guardarnos de este mal y vencer la tentación de caer en ella.
Los que sean capaces de superar la desesperanza hallaran grandes bendiciones.
Pr. GABRIEL SOSA “FIRMES HASTA EL FINAL”
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